Si nos paramos a pensar un poco, seguro que en la última semana hemos oído la palabra cáncer mínimo una vez. Quizás ha muerto un vecino o a un amigo o familiar se lo han detectado… y aun así tenemos que dar gracias a que actualmente el 50% de los enfermos de cáncer lo superan.
La parte más oscura y triste de la enfermedad aparece cuándo se ceba con uno de nuestros pequeños.
Un niño esta jugando en el parque con sus amigos, todos los días le toca asistir al cole donde se vuelve a reecontrar con los compañeros con los que se lo pasó genial la tarde de antes en el parque.
Desea que llegue el fin de semana para el sábado ir de excursión con sus padres y está ansioso por el domingo, día en el que visita a sus abuelos y come con sus primos y tíos.
De pronto, un día reciben una mala noticia en casa, el pequeño padece una enfermedad… está enfermo de cáncer.
El apenas es consciente de lo que sucede a su alrededor, simplemente se da cuenta de que las cosas empiezan a cambiar ya que deja su casa para vivir en una habitación totalmente blanca y con un olor especial, deja de ir al parque y empiezan a ir algunos días a darle clase, deja de ir al cole y de ver a sus amigos.
Los fines de semana ya no son lo mismo, son como el resto de la semana; la misma habitación, el mismo olor y esa comida que apenas tiene sabor. Sus abuelos y primos, van un par de horas el domingo a verle pero apenas puede jugar con ellos, ya nada es lo mismo…
Además de pronto, se le ha empezado a caer el pelo, sus padres le insisten en que no es nada… que esta un poco "malito" pero que no se debe preocupar. Él sigue sin entender lo que pasa.
Todo esto es una injusticia, demasiado pequeños para una enfermedad tan fuerte. Ellos no deberían estar limitados a estar en una cama, dejar de salir al parque y perder toda esa infancia que nosotros recordamos con gran alegría…
Tenemos que mantener viva la llama de esos niños, y hacer que nunca ¡NUNCA! pierdan la sonrisa.
DÍA MUNDIAL DEL NIÑO CON CÁNCER
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